Como he acostumbrado desde que empecé a escribir esta columna en 2016, al acercarse la fecha de publicación más próxima a Navidad, extraigo y traduzco algún pasaje del libro Saturnaliorum Convivia que es el trabajo más significativo de Macrobio; escrito a finales del siglo IV de nuestra era.
La obra describe a un grupo de amigos que se reúnen 4 días durante las fiestas dedicadas a Saturno; el propósito fue conversar de diversos temas y así enriquecer el intelecto a través de compartir el conocimiento -bien dicen que ese activo es el único en aumentar cuando es distribuido-.
Ciertos estudiosos dicen que es una invención de Macrobio, otros que solo parte y hay quienes aseguran que el personaje Evangelo es un desprecio velado hacia la nueva religión que se imponía en occidente; lo cierto del caso, es que se trata de una joya literaria de la antigüedad que no puedo dejar de recomendar.
En esta ocasión he decido tomar un diálogo que tiene lugar durante la primera jornada en casa de Vetio Agorio Pretextato, para ser exactos el 17 de diciembre; en dicho convite, el anfitrión -un erudito de los últimos Pontifex Maximus de la languideciente religión romana- nos entrega una interesante explicación sobre la historia del dios celebrado durante esas fechas, es decir Saturno, el amo del tiempo y Jano -de quien he escrito más de alguna vez-. Esto nos relata Pretextato: “Saturno castró a su padre Cielo y lanzó al mar sus genitales, de ellos nació Venus, que fue llamada Afrodita por formarse de la espuma. El tiempo es un sistema de medida determinado que se basa en las revoluciones del cielo. Del cielo nace Saturno-Cronos que es equivalente al tiempo.
Algunos dicen que se le atribuyó el símbolo de la hoz porque el tiempo todo lo recolecta, corta y hiere; cuentan que solía devorar a sus hijos y después vomitarlos, lo que indica que es él ese tiempo del cual las cosas alternativamente se destruyen y renacen. Fue expulsado por el hijo -Júpiter- lo que no significa otra cosa que el tiempo cuando es pasado es expulsado por el que le sigue”.
Más adelante prosigue: “Los mitólogos cuentan que Jano reinó junto a Saturno y en el transcurso del reinado de ambos todas las casas eran protegidas por el fervor religioso y la honestidad; por ello fueron a él decretados honores divinos y por sus méritos le fueron consagrados los ingresos y las salidas de las viviendas. Jano fue el primero en Italia en alzar templos a los dioses y fijar los ritos de culto, lo cual le permitió para siempre la prerrogativa de ser invocado primero en los sacrificios.”. De allí January en inglés.
“…algunos creen que Jano se identifica con Apolo y Diana, que comprende en sí a ambas deidades. En efecto, según Nigidio, en Grecia es venerado un Apolo denominado Thyraios -protector de las vías- en cuanto numen tutelar de las calles citadinas al igual que atribuyen a Diana, como Trivia, la jurisdicción de todas las calles.”.
Esto contaba a sus amigos el gran Pretextato alrededor de buen vino un 17 de diciembre en la última parte del siglo IV. ¡Felices Saturnales!