Cuando el mal se viste de santidad

Cuando el mal se viste de santidad

Hoy, un 20 de julio de 1578 en las cercanías de la iglesia de San Juan de Puerta Latina ubicada en Roma, fueron arrestadas 11 personas de sexo masculino acusadas de formar un círculo secreto donde se efectuaban prácticas de homosexualidad. Actividades carnales y vínculos matrimoniales entre individuos del mismo sexo, era la principal acusación contra los imputados.

El filósofo y escritor francés Michele de Montaigne en su “Diario del viaje a Italia” relata la anécdota sobre “unos portugueses que se habían reunido en una curiosa confraternidad y durante la misa se casaban hombres con hombres”. La guardia del Papa Gregorio XIII se encargó de la captura; la crónica afirma que fueron sorprendidos en “flagrancia” cuando un fraile celebraba “el sagrado rito del matrimonio” ante una pareja masculina.

Los cargos del “Tribunal Criminal del Gobernador” fueron por sodomía y profanación del instituto matrimonial; la condena fue la horca y posteriormente quema de los cuerpos contra 8 de sus miembros, la idea era erradicar con fuego su “grave culpa”. El cura que celebraba el ritual fue absuelto junto a otros 2 integrantes –probablemente quienes confesaron primero– era obvio que la iglesia buscaba evitar cualquier responsabilidad.

A los encartados se les consintió escribir su testamento; la noche del 12 de agosto fueron ahorcados y sus cuerpos quemados en el puente Sant´Angelo que atraviesa el Tíber y llega al castillo del mismo nombre.

El raciocinio del ser humano es uno de los grandes misterios de este planeta, la intolerancia que genera el pensamiento mágico se constituye en una de las grandes adolescencias en el mundo. ¿Cuantos ultraconservadores en estos tiempos gustosamente harían lo propio –como en 1578– con las personas que tienen una preferencia sexual diferente? Lo más irónico del asunto, es que todos conocemos y hasta parientes podemos tener con esa característica; así mismo, en los núcleos masculinos más duros del conservadurismo a ultranza es donde más permea y es ocultado; la iglesia católica que lo considera como un pecado está llena de gays, en las SS había muchos oficiales homosexuales y grupos de ultraderecha relacionados con la muerte de Kennedy –encabezados por David Ferrie– son ejemplos citables.

En Guatemala –luz de naciones con pensamiento mágico– se vive una de las mayores hipocresías con respecto a este tema; al extremo que muchos formadores de opinión locales podrían ser ubicados perfectamente en el siglo XVI. Vivimos el mayor de los anacronismos entre mentalidad y avances tecnológicos.

Sin lugar a dudas, el atraso que significó el medioevo para occidente –época en que se cultivó el pensamiento mágico actual– es un lastre del que aún no hemos salido; si bien algunas naciones han logrado sacudirse esa terrible modorra, este hemisferio –quizá con la excepción de Canadá– todavía tiene mucho trecho que recorrer al respecto.

El incidente de 1578 es una advertencia perenne sobre la imprescindible separación de religión y Estado; concepto que algunos aquí buscan aniquilar a toda costa.

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