¿La vuelta de Asherah?

Un buen amigo me dijo una vez que si hubiese nacido mujer, sería cualquier cosa menos judío, cristiano o musulmán. El comentario me vino a la mente, tras enterarme de la noticia que el Papa finalmente nombrará una comisión para autorizar el diaconado a las mujeres; evocando una rama de la iglesia cristiana primitiva que contaba con diaconisas en las “ecclesiae” que se formaban a finales del siglo I después de Cristo.

El protagonismo de la mujer occidental fue aniquilándose con el avance del judeo-cristianismo, dominado al inicio por la Torá, que a través de los siglos había degradado a la mujer; pues originalmente el dios de la casa de Jacob: Yhaweh, era casado y tenía como contraparte a Asherah, que era una “Elath” -femenino de “El”-. Con el tiempo Asherah fue casi desaparecida junto al resto de los Elohím regionales y Moisés fue el personaje mítico encargado de validar la cosificación de la mujer en el simbólico noveno mandamiento.

En Europa, tanto en los pueblos germanos, celtas y greco-latinos; la mujer tuvo un papel mucho más preponderante durante la edad pre-cristiana; las germanas tenían el derecho de matar a los maridos si estos en batalla demostraban cobardía y en la antigua Roma Júpiter imponía su autoridad a duras penas ante los embates de Minerva y Juno; que integraban la Triada Capitolina.

Mentis, Concordia, Pax, Carmenta, Iustitia, Victoria, Libitina, Juventus, Lara, Ilia, Fides, Ferentina, Salus y las Nixas entre muchas; eran divinidades que representaban virtudes de los seres humanos, sin contar a otras mayores como Ceres, Diana y Mater Matuta -la Madre Tierra-.

Esta glorificación de la feminidad, hacía que las mujeres gozaran de mayores libertades respecto a las de otras latitudes, al punto que tuvieron derechos inimaginables para otros pueblos en esa época. ¿Cuál sería la situación actual si dicha evolución hubiese continuado?

Los salones intelectuales como el de Cornelia –madre de los Gracos- donde se discutía de política, artes y ciencia; reaparecieron hasta el siglo XVI, verdaderas jefes de Estado como Agripina, Búdica, Tanaquila, Julia Domna y Cleopatra –que era griega, no egipcia- surgieron a finales del siglo XX    -las excepciones en la historia solo confirmaron la regla-.

Los Estados Unidos por ejemplo, primero eligieron a un presidente afroamericano que a una mujer.

Si bien el cristianismo es una religión que tras su llegada se occidentalizó, la costumbre oriental de disminuir a la mujer fue un rasgo nefasto que logró subyacer. Pablo de Tarso puso la tapa al pomo cuando se inventó el pecado original, culpando a la mujer de las debilidades del hombre y justificando el sacrificio de Jesucristo para la redención de una milenaria falta inducida por una fémina. Algo muy significativo para el imaginario social y de terribles consecuencias para la humanidad.

Hipatia de Alejandría encarnó el ocaso de la intelectualidad femenina en la antigüedad y quien ordenó su linchamiento –Cirilo de Alejandría- fue proclamado santo por la iglesia. Dos mil años después se busca una muy tardía reparación. Alguien escribió que si en ese periodo la mujer logrará el diaconado, significa que llegará al papado –después del sacerdocio y episcopado- para el año 8,016. No me parece una ganga, pero por algo se empieza.

Si el Papa Bergoglio materializa ese paso, entonces verdaderamente hará un cambio que tendrá inimaginables repercusiones en el mundo, porque las amarras más fuertes para la libertad, generalmente son invisibles.

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