Los seductores del populacho surgen en todas las generaciones. Desde los tiempos de la Grecia clásica, Pericles, con su retórica infamante y el concurso de Efialtes, mandó al ostracismo a un buen hombre como Cimón. Basta que exista lo que Plutarco denominó “una fractura escondida en la sociedad”para que los disociadores se aprovechen del “vulgo profano”– magistralmente …
