Messi, netcenters y barras bravas

Tuve la oportunidad de “echarme” la novela de la selección argentina en Buenos Aires, francamente creo que solo allí, en Italia, Brasil y Uruguay el fútbol se vive así, no con pasión, sino como un trabajo que debe desempeñar cada ciudadano, molesto pero irrenunciable. La presión que los jugadores tienen gracias a las redes sociales ahora es más que terrible. Mil rumores salieron en twitter sobre las razones del “papelón” de Messi y compañeros.

Analistas de lenguaje gestual desarrollaban teorías sobre las muecas del artillero argentino cuando cantaba el himno nacional en el juego contra Croacia, “que se agarraron a trompadas entre Sampaoli y los jugadores”, “que es culpa del papá de Messi porque entre él y el presidente de la federación ponen al técnico”, “que la mujer le pidió a Messi el divorcio en pleno Mundial”, mientras, Maradona hacía gestos ovíparos desde la tribuna y corría la voz que Messi terminará en la cárcel por evasión. Más de 20 programas tratando el tema todo el día y un etcétera que solo vi en Italia cuando la selección no se calificó hace unos meses. No en balde Galiano dijo que en la vida alguien puede cambiar de mujer –¿marido?– partido político o religión, pero nunca de equipo de fútbol. Las redes dieron otra dimensión al Mundial.

La exacerbación del rumor en las redes sociales quizá sea una de las cosas más nocivas de este sistema de comunicación. En Miwate este sistema se ha convertido en la metamorfosis de los grupos de respuesta que antes inundaban las radios para apoyar a un fulano. El libelo se ha viralizado, al punto que batallones enteros de anónimos se dedican a la difamación de determinada persona o idea; el éxito ocurre cuando incautos muerden el anzuelo y se transforman en portavoces de ese mensaje legitimando su autenticidad con una cuenta real.

El rigor académico en Guatemala jamás fue una fortaleza y lo poco que había se desvaneció por libros de autoayuda en supermercados, literatura alquimística/chatarra y escritos de gurús que tratan de explicar la pobreza personal desde un modelo que nada tiene que ver con la situación del lector. Vemos conferencias que te enseñan a ser más efectivo, asertivo, tecnológico y demás bisutería de listura; pero los tanques de pensamiento no traen literatos, filósofos o personas que enseñen a escribir o expresarse correctamente.

El mundo no dista mucho de lo que aquí sucede, el retorno del populismo de extrema derecha es tan nocivo como lo que ocurría en los países tras la cortina de hierro. Greyes de badulaques en búsqueda de pertenencia abrazan movimientos supremacistas, antiinmigrantes, contra la diversidad sexual y todo lo que huela a libertad de pensamiento. Esto ocurre porque la academia está cayendo en desuso, la historia se ha convertido en distorsiones antojadizas a fuerza de repetición y la preocupación por lo que sucede hoy reemplaza al análisis de las causas.

Lo más patético de todo son los corifeos y aquí se pintan, hay un personaje que tenía como avatar en redes sociales los panzers alemanes y al mismo tiempo abrazaba la causa de Israel, muchos en la elite apoyan vehementemente la crueles medidas que últimamente se han tomado contra los inmigrantes, creyendo en sus cabecitas que Trump distinguirá entre guatemaltecos “de bien” y la cholerada. Nada más lejos de la realidad, todos los nacidos aquí son frijoleros.

Puros autogoles de pensamiento pueblerino.

“Lejos de mí vulgo profano” decía Tácito, qué razón tenía, parece que el estadio ensanchó las localidades de las barras bravas, solo que en el palco virtual.

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