A veces la miopía de nuestro sistema social la podemos observar en cuestiones muy puntuales, una de ellas es nuestras relaciones diplomáticas con Taiwán, las cuales han sido fuente de corrupción de gobernantes a lo largo de nuestra historia. Es una sinrazón que persista un absurdo abandonado en primer término por el gobierno –no precisamente liberal– de Richard M. Nixon, allá por los 70.
Otra barrabasada que hace languidecer a la alegoría de la caverna de Platón, es la reciente declaración de un diputado ex militar que le pide a dios poder “…para sanar a sus hijos que por alguna razón se han confundido en su vida”. Al parecer este dignatario tiene comunicación exclusiva con el jefe del más allá y nosotros los mortales que no pensamos como él, simplemente no alcanzamos la iluminación que la providencia ha reservado para este buen hijo de la patria. Yo desconocía que el curso de kaibil incluía técnicas parapsicológicas que permiten establecer relaciones personales con el arquitecto del universo; empero, quién es uno para anteponer el raciocinio generador de dudas, ante la boina de sabiduría que orgullosamente porta este señor.
Las sociedades ignorantes son las menos tolerantes, el pensamiento mágico que justifica con verdades trascendentales y escatológicas los problemas sociales, es característico de pueblos donde hay mayor atraso. La justificación de las desigualdades por motivos trasmundanos es típica de conglomerados primitivos. La otredad es percibida como amenaza, la diversidad de opiniones y ausencia de debate es común en elites cerradas que buscan la preeminencia de un statu quo cimentado a base de privilegios. En las sociedades primitivas se trata de los ancianos de la tribu y sacerdotes, quienes incluso sancionan la legitimidad del gobernante. Un ejemplo en la historia lo podemos constatar en Akenatón, quien decidió desafiar a los sacerdotes de Amón instituyendo uno de los primeros cultos monoteístas, la adoración del disco solar –Atón–. Akenatón incluso fundó una ciudad nueva en Amarna, denominándola Ajetatón, donde se dirigió con toda su corte para instaurar una era basada en la revolución religiosa que emprendió.
Poco duró su reinado, pues murió durante el año decimosexto de su mandato, la casta sacerdotal de la lejana Tebas volvió a tener la influencia de antes, Tutankatón, el faraón heredero fue coronado por los mismos sacerdotes cambiando de nombre hacia Tutankamón. La célebre tumba descubierta por Howard Carter recientemente arrojó el dato que el joven faraón murió con apenas 19 años a causa de la malaria. Existen teorías que sitúan los orígenes del monoteísmo hebreo durante esa época, el Menorah o candelabro de los siete brazos se trataría de la alineación de los planetas con el sol, se afirma que fueron los cananeos –protojudíos– quienes se convirtieron en la base social de Akenatón para fundar la nueva capital; volviendo a su condición servil tras la restauración tebana.
Quizá quien tenga la respuesta ante este tipo de interrogantes enterradas en las arenas del tiempo, funge actualmente como diputado al Congreso en Guatelinda.
Los movimientos mesiánicos y de ayatolas iluminados son característicos de pueblos iletrados, el pensamiento mágico enfatiza los prejuicios y con ello la intolerancia. La laicidad es una conquista occidental que se convierte en asignatura pendiente para sociedades como la nuestra, los valores nada tienen que ver con imposiciones de verdades personales que afectan a otros. Reflejar el pensamiento mágico en las leyes, es simplemente aberrante…