Alguien dijo que el precio de la libertad es una eterna vigilancia; no cabe duda que la frase encierra una gran verdad con respecto a las conquistas que nuestro sufrido país ha obtenido desde que inició la más reciente etapa democrática en 1986.
José Rubén es un actor fundamental en este proceso que fue un doloroso parto tras esa oscura época signada por gobiernos dictatoriales y graves violaciones a los derechos humanos. Desde que decidió empezar su aventura periodística con el Siglo XXI –ahora un mal chiste como medio digital–; Chepe ha sido una constante molestia para los gobiernos que han padecido su auditoría social.
Cuando Jorge Serrano dio el autogolpe de Estado en 1993, el diario se convirtió momentáneamente en el “Siglo XIV” como símbolo de retorno en el tiempo experimentado por Guatemala ante la catastrófica medida que el gobernante había tomado.
Posteriormente, los regímenes subsiguientes buscaron de una manera u otra silenciar las terriblemente incómodas notas de El Periódico denunciando actos de corrupción y escándalos de políticos que eran investigados.
José Rubén podrá no ser del agrado de todos; no obstante, la valentía que significa mantener en nuestros días un medio independiente sometido a presiones de cualquier índole, es un inobjetable esfuerzo que ha sido reconocido tanto a nivel nacional como internacional.
El país experimenta una polarización sin precedentes en lo que va de nuestra vida democrática, las redes sociales hierven buscando inclinar opiniones con pusilánimes resguardados en cuentas falsas a través de los netcenters tras no poder exponer argumentos sólidos. La razón de mantener el anonimato es la defensa de intereses espurios y el linchamiento que ahora varios experimentamos es parte del costo por dar la cara.
La aprensión de José Rubén es una de las máximas pruebas de stress para un derecho fundamental como lo es la libertad de expresión; el Ministerio Público deberá mostrar la mayor transparencia y respeto de las garantías procesales del detenido para convencer a la opinión pública que no se trata de una simple persecución política contra un periodista incómodo para el poder. Por el momento, se comenzó con el pie izquierdo al enterarnos que pospusieron la audiencia y su defensa no ha tenido acceso al expediente; no obstante, hoy se supone que se celebrará, lo cual, sería un tiempo bastante aceptable en relación a otros casos que tomaron más para primera declaración; las 24 horas no se respetaron antes de Cicig, durante Cicig y después de Cicig. De la misma forma, el embargo de las cuentas a El Periódico es una medida que deberá justificarse claramente para no interpretarse como una asfixia financiera.
La libertad de expresión es una garantía para todos los ciudadanos, si ese derecho se conculca, perdemos todos; es un seguro que cada uno tiene para evitar los vejámenes de personas o instituciones más fuertes.
Muchas veces la prensa comete injusticias y errores; sin embargo, el costo para la sociedad es mucho peor con su ausencia. Botones sobran.