Doping

Es un mundo arcano, reservado para una elite que se asemeja a los sacerdotes de Amón –el dios escondido– en el Egipto de los tebanos. Es una realidad paralela de la cual solo se sabe por las noticias. Debí profundizar en ello por un triste caso que ocurrió en Guatemala, la tierra del nunca jamás donde la paradoja es moneda corriente.

Resulta que el hijo de una familia con quien nos une una profunda amistad desde hace años, resultó positivo en su prueba antidopaje; quien me lee pensará que se trataba de un fondista, ciclista o futbolista; pero no, es un golfista, algo tan ridículo como las líneas que anteceden ese calificativo.

A Daniel Gurtner, lo vi desde los seis años imitar a su padre jugando al golf, lo que fue una gracia de niño se convirtió en una verdadera aptitud que le llevó a ganar el torneo nacional absoluto a los 16 años, fue el guatemalteco más joven en ganarlo. Hoy tiene 21 y desde que hizo esa hazaña ha punteado en el ranking nacional.

La Agencia Nacional Antidopaje le ha sometido a tres controles en distintos torneos, algo absurdo para un jugador amateur en el golf. Al parecer, se buscaba a toda costa “bajarse” al muchacho; aquí el éxito es mala palabra y la mediocracia trata de equiparar los resultados con tácticas alejadas del juego limpio.

La última muestra de Daniel resultó positiva en el torneo nacional que ganó en noviembre del 2015. Cuando asistió a la prueba echaron al padre de la estación de control, los oficiales de la agencia le proporcionaron su bebida y luego misteriosamente perdieron su documento de identidad; por lo que debió esperar una hora para poder depositar la muestra de orina. Algo muy inquietante y que inevitablemente provoca suspicacias.

Cuando se inquirió a Sir Craig Reedie –presidente de la Asociación Mundial Antidopaje– sobre este caso, lo primero que dijo fue: “A golfer????”.

En el proceso legal Daniel vivió una serie de injusticias dignas solo de Guatemala, parece que en el deporte nacional también hay campo de acción para Velásquez y su equipo, pues en esta Dinamarca todo está podrido.

Gurtner y su familia debieron imbuirse en toda la maraña legal que implica este ámbito; las autoridades de la Agencia Nacional Antidopaje con sorna les conminaron avocarse a la máxima autoridad mundial deportiva, el Tribunal Arbitral del Deporte ubicado en Lausana Suiza –conocido por sus siglas como TAS– quizá apostando a que no harían el esfuerzo de pagar los onerosos costos que implica llegar a esta instancia.

El equipo legal encabezado por Wilve Salazar, evidenció ante el TAS que se había falsificado la acreditación del oficial que tomó la muestra, el supuesto tribunal de Juicio Justo que condenó al golfista eran abogados de la Agencia Nacional Antidopaje, se rompió la cadena de custodia y dos científicos italianos acreditaron que la muestra podía contaminarse en menos de una hora con la sustancia resultante –mi aporte en el proceso fue traducir a dichos académicos durante la audiencia–.

Como debía ocurrir en cualquier corte donde priva el derecho y no el chanchullo, el TAS absolvió a Gurtner, levantó la suspensión de dos años que le habían impuesto, restituyó todos sus títulos y condenó pagar todos los gastos del arbitraje a la Agencia Nacional Antidopaje. Los condenados ahora dicen que ganó quien aportó el dinero y que el fallo se basó en mentiras.

¿Qué más se podía esperar?

Lo verdaderamente estremecedor es pensar en todos aquellos deportistas que han sufrido este tipo de injusticias y por falta de recursos no han podido defenderse… Ese es el verdadero corazón del asunto.

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