Libre Empresa, la sirvienta desterrada

La libre empresa, verdadera dama virtuosa que genera progreso y empleo, aquí es la sirvienta perdedora de la fiesta.

Cualquiera pensaría que los principales enemigos de la iniciativa privada en Guatemala son los trasnochados comunistas, la exguerrilla o quizá algún resentido contra el éxito empresarial; pero no es así, el conservadurismo paradojal de nuestras élites, las ha transformado en el peor enemigo de la actividad que un día buscaron defender.

Veamos porqué: una de las principales funciones de la empresa es el aporte al bien común que genera por medio del pago de impuestos, asimismo, la competitividad en igualdad de condiciones es una de las virtudes que permite a ciertos individuos tener más éxito que otros, esto genera la división del trabajo que implica el progreso.

La acción de emprender y tomar riesgos en busca de mejorar, define la virtud del empresario; que al obtener el favor del consumidor contribuye a innovar y mejorar el desarrollo social.

No obstante, la libre empresa en el país no vive sus mejores días, porque la palabra empresario ha sido demonizada y ocurre porque la élite ha sido tan miope en sus posiciones políticas, que finalmente logró manchar ese concepto.

Los empresarios que han evadido impuestos y por ende logrado ventajas a base de trampas, son la antítesis del concepto virtuoso del emprendedor. Los privilegios de asociaciones que sobreviven a base de leyes para obtener fondos públicos y utilizan esos recursos para defender posiciones gremiales, están en las antípodas de la actividad empresarial.

Las exenciones fiscales socavan el respeto que la población pueda sentir por una actividad que en otras partes ha logrado grandes avances para la humanidad.

La dirigencia del sector privado apoyó incondicionalmente y hasta el final al gobierno anterior, que ha sido catalogado como la caterva más audaz para asaltar al erario público. Algunas entidades lejos de distanciarse claramente, se justifican y ahora dan la alerta porque supuestos comunistas están asaltando el poder; cuando los últimos diez presidentes han sido de una derecha meridiana y a esto nos han llevado. Son principales usuarios de una infraestructura colapsada, buscan seguir progresando en medio de niños desnutridos, mano de obra barata y un mercado de mera subsistencia.

Incluso, con tal de mantener un statu quo que nos tiene en vergonzosas estadísticas de subdesarrollo; algunos cifraron sus esperanzas en Donald Trump, un enemigo declarado del libre comercio, que desea gravar las remesas y busca reducir las importaciones de los Estados Unidos; en franca contradicción con los intereses del empresariado guatemalteco.

La libre empresa, verdadera dama virtuosa que genera progreso y empleo, aquí es la sirvienta perdedora de la fiesta; pues ha sido vejada en su prestigio. Conozco a mujeres y hombres que han arriesgado, generan empleo, pagan buenos salarios, cumplen correctamente con sus impuestos, compiten en igualdad de condiciones y no buscan privilegios. Ellos ahora deben cargar con el desprestigio que ese concepto genera, merced a esa anacrónica dirigencia.

Un inversionista competitivo busca sitios donde no haya corrupción, no busca el pago de mordidas. Porque al final, ello no otorga certeza jurídica y tarde o temprano estará en situación vulnerable. Un verdadero empresario no busca exclusivamente negocios con el Estado y no hace su fortuna por privilegios o compadrazgos.

Lastimosamente hay dirigentes que están en una posición de impostura, más por circunstancias que por méritos; esos son los grandes enemigos del legítimo sector privado.

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