Armagedortrix

Kompass habló sobre el cambio de actitud que debe tenerse ante una sociedad corrupta y el presidente lo expresa de una manera más clara con el periodista Jorge Ramos; califica como “normal” el tema de corrupción ante la pregunta sobre los casos de sus familiares. Luego, sería señalado por no reportar más de 20 millones de quetzales en la campaña del 2015. Los dirigentes empresariales con cara de Verónica Castro en “Los ricos también lloran” confirmaron el ilícito.

¡Es mentira! ¡Jehová de los ejércitos, destrúyelos! ¡Tevenin excomúlgalos! ¡Dejaré un rollo de cartulina en el muro de los lamentos pidiendo las 7 plagas contra Iván! ¡Bibi kill’em! “Los labios mentirosos son abominación del Señor” dice Proverbios.

Contra todo y todos, el herrumbroso estamento cual ventrílocuo de la presidencia busca prevalecer ante la languidez del sistema. Las paradojas son cada vez más grotescas y evidentes.

¿Cómo se puede hablar de castigo a la actividad empresarial por la lucha contra la corrupción, cuando somos el único país en el hemisferio que no tiene una ley que condene actividades de competencia desleal? ¿Con un tipo de cambio tan antieconómico que ha castigado la competitividad por años? ¿Con una infraestructura vial que regresó a los tiempos del terremoto? ¿Con un Congreso ensimismado que solo busca la reelección de los tránsfugas? ¿Con un gobierno paralizado que trabaja solo en función de la flotación del mandatario? ¿Con una estrategia que desempolva la lucha ideológica para la prevalencia del esquema corrupto? ¿Cómo se puede culpar a la izquierda si desde el 54 todos los gobiernos han sido de derecha? ¿Cómo justificas las acciones de un mandatario que traiciona todas sus consignas de campaña? ¿Cómo inventas una trama de espías de la guerra fría y luego protagonizas un penoso incidente diplomático para sabotear a una entidad de Naciones Unidas con tal de salvarte? ¿Cómo sacrificar el futuro de un país por tu impunidad?

Entiendo a los parientes de los procesados que vituperan a la CICIG, es una actitud comprensible; tengo buenos amigos que han sufrido el embate de la lucha contra la corrupción, lo lamento por ellos porque en verdad los aprecio y nunca negaré mi amistad con alguien; no obstante, el sistema debía implosionar para erradicar las verdaderas causas de este subdesarrollo.

La corrupción es mala para los negocios, cualquier empresario competitivo sabe que a una nación corrupta nunca vendrán capitales sanos; es imperativo internalizar ese concepto básico del capitalismo. El embajador Arreaga dijo atinadamente que la corrupción era un causante fundamental de la pobreza.

Hay quienes afirman que nada ha cambiado con esa lucha, sin caer en la cuenta que ese salto debemos hacerlo nosotros; tras vernos por primera vez al espejo como sociedad, las soluciones deben emanar del mismo ente. ¿Qué quisiéramos entonces? ¿Una Cicig de reactivación económica? ¿Otra de simplificación para la cuenta corriente electrónica? ¿Una para la red vial? ¿Otra Cicig para solucionar el problema educativo?  ¿De nutrición? ¿Para que la selección clasifique al mundial?

El mandatario debía tomar ese liderazgo, pero en vez de ello se convirtió en un faccioso más por razones personales. La élite política, económica y académica no están asumiendo ese rol; diferir y postergar hasta el hundimiento parece ser la apuesta del establishment.

Lo cierto del caso es que estamos en la encrucijada, seguimos con el cambio o retrocedemos para hacer mancuerna con Haití en las estadísticas…

De nosotros depende.

 

 

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