La sabiduría de Asturias

La precariedad intelectual de aquellos que luchan por un gatopardismo que se aleja cada vez más de su propia consecución, se denota como la grotesca realidad que nos ha llevado hacia este destino.

Para conocer la sapiencia de Asturias no es necesario leer el Señor Presidente, Hombres de Maíz o Leyendas de Guatemala. La plenitud del literato en su fase antropológica la podemos sintetizar en una célebre frase suya: “En Guatemala solo se puede vivir loco o bolo”.

La cita se convierte en sentencia, ante la justificación por prejuicios religiosos de toda la mediocridad en el gobierno, sobre todo en gran parte de la comunidad neopentecostal del país y ese statu quo a punto de perder privilegios. Definir la política exterior por motivos mesiánicos es un signo de sociedades primitivas como Afganistán, Irán o Somalia; sin embargo, para todos hay: por no quedar mal con los cucuruchos, la ministra de Relaciones Exteriores ayer develó un mosaico de la Virgen del Rosario en el Vaticano; quizá la próxima parada sea el traslado de los restos de Atanasio Tzul a la Meca para apaciguar a los musulmanes, tratándoles de convencer que el prócer indígena en realidad era un moro perdido de la dinastía omeya.

En las redes de la burbuja hay lágrimas virtuales por el niñito de los Bitkov, conveniente por circunstancia y correcto pigmentocráticamente hablando; no obstante, la vida siempre escupe las peores ironías, resulta que una compatriota murió asesinada en Estados Unidos a manos de las autoridades migratorias; lejos de pedir justicia para una connacional, los que se indignaron por el lindo niño ruso de “pelo rubio y dientes rubios” como diría Blades, mostraron despreciativa indiferencia por lo que ocurrió a Claudia Gómez, una adolescente de San Juan Ostuncalco que desgraciadamente pertenece a ese estamento que está en el mundo antimateria para la élite. La otredad en su máxima expresión.

El gobierno reaccionó tarde, mal y nunca. Aquí en la soberana Wate el revuelo causado por un Bitkov no lo provocó ni por asomo una Gómez.

En otro orden de ideas, la familia Molina Theissen logra después de décadas buscando justicia, la condena contra agentes del Estado por la muerte de un niño de 14 años. No puedo comprender siendo padre, cómo alguien puede hablar que se busca hacer un circo mediático por una madre que exige justicia ante el secuestro y desaparición de su hijo. Imagino que si no hubiese hecho bulla –sobre todo a nivel internacional– el impoluto Estado de Derecho chapín hubiese funcionado eficientemente como ocurría antes del 2015. La guinda del pastel fue que algunos rastreros se apersonaron al juicio para sembrar públicamente la duda respecto al caso. Deleznable y ruin.

Aquellos que sostuvieron el móvil del pisto, sufrieron un tapaboca colosal cuando los deudos rechazaron la reparación económica.

Mientras tanto, el domingo pasado un grupo de badulaques encabezados por un diputado y un ministro de Gobierno desfilaban celebrando la independencia de otro país con dos banderas extranjeras. Un día antes, otro “genio” mostraba una bandera guatemalteca con el quetzal sobre el logo del Real Madrid.

Sin lugar a dudas, el nacionalismo tiene triple estándar por estos lares y es fétida amalgama de moda para mantener privilegios.

Si nuestro país tiene a la mitad de los niños con problemas de desnutrición, es seguro que en las capas urbanas hay un raquitismo intelectual que no termina de sorprendernos. ¡Salud estimado Miguel Ángel!

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