La civilización que por primera vez practicó la zoolatría fueron los egipcios, dioses con cabezas de animales poblaron el panteón de esta cultura y pervivieron tras la conquista de los griegos.
Anubis era el dios con cabeza de chacal que gobernaba el proceso de momificación y pesaba el corazón de los muertos para poderlos conducir al inframundo. Tras la helenización de Egipto, Anubis fue asociado a Hermes –mensajero de los dioses- originando la figura sincrética de “Ermanubis” agregándosele el caduceo que caracterizaba a la deidad griega.
Cuando ocurrió la guerra civil que en Roma inició el imperio, la maquinaria de propaganda hábilmente montada por Octaviano apeló a la romanidad en su conflicto contra Marco Antonio. Virgilio encabezó la campaña de orgullo latino y la Eneida fue la obra cumbre de esa recuperación de los valores itálicos en contraste con la desidia y flaqueza moral señaladas a los pueblos orientales –en las cuales Marco Antonio había caído-.
La habilidad del triunviro adoptado por César fue convertir la guerra civil en un conflicto entre Roma y Egipto, es decir, oeste contra este. El poema épico virgiliano, exalta las virtudes que Eneas legó tras su llegada a Italia y alcanza su máximo encomio para Augusto en el libro VI.
En ese contexto, los romanos se burlaban de la zoolatría de los egipcios y uno de los ejemplos más humillantes era Anubis, una cabeza canina parlante. La burla era determinar si hablaba en alguna lengua o lo hacía a ladridos.
Dejando la sorna aparte, la zoolatría no fue algo exclusivo de los egipcios, pues todos los pueblos del mundo en uno o varios momentos la han practicado; quizá no como adoradores de personajes zoomorfos, pero sí siguiendo o eligiendo a cada bestia que es nada comparable con un noble animal.
Gobernantes caracterizados por su bestialidad han precipitado hacia el abismo a pueblos completos o perdido grandes reinos, los podemos contar por millares; Perseo, Tolomeo, Honorio, Boabdil, Ludovico Pío y Luis XVI son algunos ejemplos –por no caer siempre en Stalin o Hitler-.
Los pueblos se sumen en delirios que a la luz de tiempo transcurrido, evidencian una estupidez colectiva de proporciones incomprensibles. En el caso del nuestro, no podemos endilgar a la gente la elección de la caterva de vergonzosos gobernantes que hemos tenido, pues la mayúscula ignorancia es disculpa cuando se trata de poblaciones sometidas a ese yugo centenario. Aquí, los pontífices de la zoolatría la practican para mantener un sistema que tiene al país en esta calamitosa condición.
El patetismo y mendacidad de este mandatario al afirmar que había derrotado al oso de Putín, capturado cerca de 100 terroristas de ISIS, exigiendo respeto a la soberanía y denunciando injerencia internacional; para luego pedir con “humildad y cariño” 15,000 millones de dólares al BID –entidad que trabaja de la mano con el demonizado Secretario General de la ONU- es uno de los capítulos diplomáticos más bajos en la historia del país. Ayer asestó otro golpe a la lucha contra la impunidad tras revocar las visas de investigadores que trabajaron en el caso de su partido que enfrenta cargos por financiamiento electoral ilícito.
El deterioro económico, institucional y político que vivimos fue por apostar y financiar a personajes con zoomorfismos intelectuales y por ende, fácilmente manipulables. El financiamiento electoral con intereses inconfesables es la raíz del sistema político local, mientras eso no cambie, los resultados serán los mismos –gobernantes cooptados por grupos de diversa índole-.