La excomunión del mundo

En los ejercicios teológico-intelectuales que ha efectuado la “intelligentzia” de la Iglesia católica, está el argumento “ad absurdum” de lo que ocurriría si el papa decide excomulgar a todo el mundo; la conclusión es interesante, pues el sumo pontífice sería el sujeto excluido de toda la ecúmene eclesiástica. Presento esto como eufemismo a lo que sucede en nuestra república de la negación, es decir, Guatemala.  La captura de un candidato presidencial que siempre se supo estaba vinculado al narcotráfico es otro de los muchos botones de muestra que la élite decide ignorar. Es inconcebible que no hubiera un pronunciamiento del sector privado organizado, sobre todo tratándose de un evento que falsea el proceso electoral y subvierte el Estado de derecho.

Lo que recientemente ha sucedido es corolario de una enfermedad latente que tiene como marcadores tumorales las estadísticas de desnutrición, analfabetismo funcional y ausencia del Estado.  La corrupción es la linfa que varios dípteros particulares, políticos y empresariales tienen en su corporeidad social; esto les une en la defensa de un establishment que nos tiene en esta zona de desastre. Los privilegios son tan poderosos que no permiten la visión de nación.

La estrategia es la negación selectiva de los hechos, decidimos negar lo que todo el mundo sabe y mandamos al carajo a la comunidad internacional; todo en ínfulas de un grotesco nacionalismo que nunca aparece a la hora de sacrificarse por el verdadero cambio. Una terminal que evidencia la grave situación, es el deporte, actividad que debería caracterizarse por la inocuidad en su gestión, aquí es fuente de robo a manos llenas, obras sobrevaloradas y chanchullos dirigenciales; llegándose al extremo que la Agencia Nacional Antidopaje se ha convertido en un instrumento de sicariato para eliminar a unos deportistas, favorecer otros o tener en orden a los que se salen de la línea. Todo al alcance del mejor postor. Quienes deseen rebatirlo, les recuerdo que el deporte por años ha tenido más presupuesto que el sistema de justicia y lo único que hemos conseguido es una medalla olímpica. El precio que hemos pagado por dicha presea sobrepasa los 5 mil millones de quetzales. El deporte debería ser formador y educador de jóvenes, aquí solo es botín de rapaces. Por otra parte, el 15 de marzo anterior, elPeriódico tituló “EE. UU. suspende ayuda militar al país” y esto fue contrastado en redes con el titular de Prensa Libre del 3 de noviembre de 1977: “EE.UU. suspendió ayuda militar para Guatemala”.

La semana pasada salieron las últimas estadísticas de la inmigración ilegal  hacia Estados Unidos y nuestra república de la negación logró medalla de oro indiscutible en todo el subcontinente. Lo que supuró de estructuras criminales durante los últimos cuatro años, lejos de avergonzarlas, ha polarizado a las élites aún más; no es verdad que el país esté enfrentado, de lo contrario, ese 70 por ciento de la población que apoya la lucha contra la corrupción no existiría. La batalla es en el microcosmos de la burbuja, sucede entre quienes luchan por mantener el orden establecido y aquellos que muestran apertura al cambio. Ambos grupos influyen limitadamente. Mientras, la gente de a pie vota cuasi instintivamente, lucha por sobrevivir con las escasas oportunidades que languidecen y ulteriormente se van a buscarlas al norte; algunos sensatos buscan la transformación y los pontífices de Kemosh –el señor de las moscas– excomulgan al mundo proclamando que son Guatemala y nadie manda en su valle. Veremos qué pasa en junio

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