La historia es una ironía que retorna periódicamente al ritmo de sus propios caprichos, justo cuando la humanidad se ensoberbece y celebra a sí misma, esta disciplina representada por la musa Clío se traviste de destino y nos recuerda lo insignificante que somos.
Como ocurrió con la peste negra durante el siglo XIV que llegó con los barcos genoveses procedentes de China, el Coronavirus viene del mismo lugar teniendo como puerto de entrada a occidente precisamente a la tierra del Bocaccio, quien en el “Decamerón” narra la historia de un grupo de muchachos que escapan de la “danza macabra” -como se representaba a la peste en Florencia-.
El Covid-19 llega para quedarse, sin lugar a dudas será una lucha muy fuerte para reducirlo a su mínima expresión y dejará un legado con varias cuestiones, la primera sería que ningún sistema económico-político es la panacea para la humanidad, pues el estado totalitario chino ocultó en un principio la situación de la pandemia contribuyendo a su difusión; por otra parte, la ausencia de un sistema sólido de salud pública puede ser un precio muy caro para una sociedad, los países que más recursos han invertido en ese sentido serán aquellos que podrán minimizar el daño de una manera más eficiente; en ello que estriba la existencia de un estado con instituciones fuertes, sistemas sanitarios y educativos bien desarrollados para la atención y concientización en una emergencia como la que hoy vivimos.
Si bien el mercado funciona para muchas actividades, este puede verse amenazado sin un estado que active los protocolos necesarios y cuente con la infraestructura adecuada para proteger a la población. En situaciones como la descrita, no hay seguros que aguanten y la procuración del bien común inexorablemente colisiona con los intereses particulares. La salud no es una mercancía, es un derecho, que junto a la educación, son herramientas fundamentales del individuo para competir en una sociedad libre. En ese sentido, pese a la terrible situación que padecen los italianos -tengo dos tías y un tío aislados en sus casas- todos los afectados han recibido atención por parte de los servicios de salud pública. La cuestión no estriba en la cantidad de contagiados y los decesos, la pregunta es: ¿Qué habría ocurrido allá sin un sistema de salud como el existente? Se estima que la pandemia alcance el pico durante la próxima semana y empiece el descenso siguiendo la progresión que hubo en China.
Un buen amigo alertó el lunes a través de Twitter que tras su llegada a Los Ángeles en un vuelo procedente de Londres, no había personal que hiciera la revisión de signos vitales correspondiente a la situación, incluso salió en 32 minutos de inmigración como Pedro por su casa. Esperemos que Estados Unidos no padezca en demasía adolecer de un sistema de salud correspondiente a su capacidad económica.
En este contexto, un alivio para Guatemala es que la emergencia no ocurrió durante el gobierno anterior, pues el fantoche que teníamos como presidente y su grey de ineptos jamás habrían podido asumir tal responsabilidad. El presidente Giammattei con los precarios recursos a disposición ha estado a la altura; no obstante, nadie puede cambiar en días la poca presencia del Estado en el país y el grave deterioro que sufrió los últimos 4 años -incluso desmantelaron la CONRED-.
Esperemos que el clima y las medidas implementadas nos ayuden, en cuanto a Jehová de los ejércitos, sus mercaderes ya han proporcionado los números de cuenta para transferir los diezmos vía electrónica.