No cabe duda que la época en que vivimos será recordada y relatada a los nietos por aquellos que cuenten con la fortuna de llegar a ancianos; trato de imaginar cómo nuestros descendientes verán de distante y extraño este tiempo, que quizá sea el que más se acerca a todas esas películas y videoclips apocalípticos de las últimas tres décadas -me viene a la memoria la escena de la familia cenando con máscaras anti gas en el video de Radio Gaga-.
Las redes sociales han dado una dimensión totalmente distinta a la pandemia, pues simultáneamente son un instrumento de orientación y desinformación. Si bien se han convertido en una pesadilla de “facts cheking” para gobernantes y actores influyentes, también son fuente inagotable de teorías de conspiración que desvían las verdaderas causas de fenómenos como el que ahora ocurre. Tal vez quien más ha mordido el polvo en esta coyuntura es el presidente Trump, que minimizó la pandemia y cuya demora en afrontarla puede llegar a costarle su reelección. Lo mismo ocurrió con Boris Johnson, que por esas tétricas bromas del destino, resultó contagiado tras mofarse del Coronavirus y ser uno de los últimos en reforzar las medidas sanitarias.
Anteriormente, mencioné en este mismo contexto que ningún sistema económico era la panacea, pues los regímenes totalitarios pueden tener cierta ventaja en este tipo de situaciones; no obstante, el costo de la libertad para el ciudadano es muy alto y ello conlleva otra serie de problemas. Por tal razón, ha sido tan difícil en Italia, España y Francia que sus ciudadanos obedezcan las restricciones de circulación y contacto social; ayer mismo, las autoridades italianas reclamaban que la ciudadanía empezaba a relajarse con las medidas de contención al nada más conocerse noticias alentadoras sobre los contagios.
Vimos el lunes que mucha gente en los centros urbanos de Guatemala se pasó por el arco del triunfo el toque de queda y faltando media hora para las 16:00 había filas de vehículos en las principales vías de salida de las ciudades.
La lucha será larga, solo en Estados Unidos el director del Instituto Nacional de Enfermedades Contagiosas, Anthony Fauci, estima que habrá más de 100,000 víctimas fatales. La creación de la vacuna es una carrera frenética en los laboratorios del mundo.
En nuestro país es vital impulsar la reactivación económica, durante los últimos años adversé la política monetaria con respecto al tipo de cambio, debido a que se fue mermando la poca producción existente ante la pérdida de competitividad causada por un quetzal artificialmente sobrevaluado, ello como consecuencia de la enorme cantidad de dólares que llegan anualmente a través de las remesas. Nuestra economía se volvió “financiera” en detrimento de su producción, los bancos se acomodaron a fungir como casas de bolsa adquiriendo deuda pública sin invertir en proyectos productivos que implicasen un mayor apetito de riesgo. Ahora que la cuenta nos llegó, carecemos de un aparato productivo que pueda mitigar en alguna medida la recesión que se cierne.
La utilización de una parte de las reservas monetarias para palear la ausencia de ingresos en las familias más necesitadas es imperativo para reducir el daño económico. El censo debería ser el instrumento para que esos recursos lleguen a las personas indicadas, lo mismo la estructura del seguro social.
De corazón espero que Guatemala no pague un precio tan caro por disminuir su aparato productivo y no tener un sistema de salud medianamente decente.