En esta época del apocalíptico 2020, denomino así el presente escrito por el libro de Macrobio redactado a finales del siglo IV de nuestra era. Como siempre recuerdo en la parte introductoria, el autor relata una reunión entre personajes selectos durante las fiestas de Saturno que se celebraban entre el 17 y el 25 de diciembre; era una tradición muy antigua que conmemoraba el solsticio de invierno, pues en la Roma arcaica, Saturno fue la deidad que lleva el conocimiento de la agricultura y sus ciclos a los descendientes de Ascanio.
Las ‘Saturnaliorum Convivia’ es la relación de conversaciones que –se imagina el autor– ocurrieron del 17 al 19 de diciembre. Italo Lana afirma que se trata del último anillo de aquella larga serie de literatura convival iniciada desde el Simposio de Platón y cuya erudición en ciertos temas es el común denominador.
A continuación traduzco pasajes de la mañana correspondiente al segundo día –18 de diciembre– cuando Vetio Agorio Pretextato explica a sus amigos Oro y Evangelo la relación entre Saturno y Jano: ‘“Sobre esta tierra que ahora llaman Italia, reinó Jano, de quien se dice tenía dos rostros que le permitían ver adelante y atrás; empero, tal creencia se refería a la sapiencia y habilidad del rey que conocía el pasado y preveía el futuro. Análogamente en Roma son veneradas Antevez y Postvez’ –representaciones deificadas de acciones en el tiempo– ‘conexas a la naturaleza divina’.
‘Jano hospedó a Saturno que llegó por mar a sus dominios, de quien aprendió el arte de la agricultura, mejorando así el sistema de alimentación que antes del descubrimiento de las cosechas era salvaje y tosco; como compensación lo asoció al reino. Jano fue el primero en acuñar monedas de cobre y quiso honorar a Saturno grabando su efigie en el anverso y en el reverso la nave que le llevó a la península. Ese conocimiento pervivió hasta nuestros días, por ello, los niños cuando juegan tirando al aire las monedas dicen “cara o nave”; dicho juego testimonia la antigua tradición’.
‘En cuanto a la asociación de ambos reinos, Virgilio nos relata que dos poblaciones vecinas’ –de la Roma arcaica– ‘se llamaban Janícolo y Saturnia’.
‘Queda la circunstancia que en la posteridad se dediquen a estos dos meses consecutivos: diciembre –en el que tiene lugar la fiesta de Saturno– y enero que toma el nombre de Jano”’ –Janus, January en inglés–.
‘“Saturno desapareció repentinamente y Jano pensó atribuirle mayores honores, por esta razón, llamó Saturnia a toda la región sometida a su poder; después, como a un dios le erigió un altar con ritos sacros que llamó Saturnalia. ¡De tantas generaciones las saturnales preceden la era de Roma! Su representación tiene como atributo la hoz, símbolo de las cosechas; a este dios se remonta la práctica del trasplante e injertos agrícolas. Los romanos también lo llaman Sterculio, porque fue el primero en dar fecundidad a los campos mediante el estiércol”’.
Este bello mito nos cuenta Pretextato durante la mañana de un 18 de diciembre en la agonía del siglo IV. ¡Felices Saturnales!