Siempre has existido, eras de la turba comandada por Cirilo de Alejandría cuando lincharon a Hipatia, quemaste libros con Savonarola o integraste el Santo Oficio que condenó a Galileo; no obstante, también te ocultaste en el vulgo que cometió genocidios, guillotinó, ejecutó zares, asesinó presidentes y buscó siempre acabar con los que eran mejores que vos.
Jacobino, confederado, soviet o camisa negra; ejemplos del medio ambiente donde se proliferó tu casta infame, definida genialmente por Miguel Ríos como la estirpe de Caín.
También vivís en esa grey cuya fortuna es gracias a privilegios; sobornas y financias a políticos para preservar un statu quo que mantiene a las grandes mayorías en la indigencia, detestas la competencia y aborreces a los que sobresalen por encima de vos; recurrís al vituperio contra quienes se distinguen por ser más capaces e innovadores.
Corrompés cortes porque no podés ganar en buena lid y llegás a dirigencias por herencia o trinquetes; debes subvertir porque con reglas iguales nada lograrías.
En sociedades más avanzadas no tenés cabida, por ello te repulsa todo lo foráneo que evidencie las falencias de tu sistema y te refugias en la abyección de un lastimero patrioterismo; pues al no poder justificar la responsabilidad en tu vergonzoso ecosistema, los mandas a todos al carajo.
Si sos gurú religioso es por la ignorancia de la gente y los explotas aprovechándote de sus miserias; te asocias a la peor calaña y blanqueas tu sepulcro como el más rastrero saduceo.
En el fondo te resiente que haya mejores que vos, tu bastardía de principios te hace traicionar a benefactores y causas; esas aporías te tornan patético y despreciable.
Si estás en el sindicato, buscas acabar con la empresa aunque tus compañeros pierdan el sustento, si en el Estado, extorsionas a virtuosos para que engrosen las filas de tu mísera legión; si en la patronal, obstruyes la apertura para mantener prebendas… Todo a costa del resto.
Te he visto en la derecha e izquierda, tu común denominador es esa ineptitud en ínfulas de ideología; si tenés poder, te rodeas de un colegio formado por sicofantes y adláteres que barnizan tu mezquindad a través de zafios ditirambos y encomios de relumbrón.
Pese a lo anterior, estás en un grave problema: vivís en el mismo pantano que todos y al final te carcomerá tu intrascendencia, debido a que el anonimato signa tu irrelevancia; o bien, si ocupaste una posición, conformas la lista de quienes envilecieron la excelencia.
Aún cuando uses la fuerza para acallar a los mejores que vos, nunca podrás alcanzar la dignidad que como aura invencible tienen las y los excelentes; tu maldición siempre será el reflejo que tienes frente al espejo, pues cierta percepción intuitiva te hará saber en la profundidad de tu psique que solo sos un onanista impostor.
Esa impostura causa prejuicios, superficialidad, indolencia, banalidad y venalidad; las cuales, seducen por el hecho de poder figurar en la ciénaga a costa del talento. Aquí, el predomino de tu piara nos tiene en la antesala del Hades.
Mejor fotografia de un imbecil no podia haber. Pintas con su fachada de podredumbre a los embusteros sin conciencia que no valen un comino, Megalomanos sin mas corona que su propia ruindad.
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