El reciente allanamiento que la Fiscalía Contra la Corrupción efectuó contra la Agencia Nacional Antidopaje confirmó la podredumbre institucional del Estado guatemalteco. La razón de la requisa fue por el caso del golfista Daniel Gurtner, quien según el fallo de la máxima autoridad deportiva internacional -el Tribunal Internacional del Deporte TAS– fue plausiblemente dopado por personeros de la agencia al contaminarse la bebida proporcionada luego de un torneo.
La directora de la Agencia Nacional Antidopaje rompió la cadena de custodia de la muestra de orina perteneciente al atleta y mintió al respecto; así mismo, se evidenció la falsificación de los diplomas que acreditaban la legalidad del oficial que tomó la muestra y la manipulación de la misma.
Gurtner había sufrido el hostigamiento del presidente de la Asociación Nacional de Golf en aquel entonces -denunciado en 2017 junto a su hijo por la Contraloría General de Cuentas tras comprobarse la adquisición de servicios con empresas propias- quien como árbitro le penalizaba en campeonatos a favor de sus competidores y buscaba con argucias removerle del ranking nacional.
La hostilidad de la Agencia Nacional Antidopaje durante todo el proceso legal fue grotesca, le notificaban audiencias con menos de 24 horas de anticipación y para poder condenarle se hizo pasar como jueces independientes a los abogados de dicha entidad.
Cuando la apelación fue presentada en el tribunal internacional, la situación cambió ostensiblemente, pues ya no pudo actuar esa “mano invisible” de la corrupción que está al servicio del mejor postor en Guatemala.
Para los atletas es motivo de aflicción esa “carga de la prueba revertida” que genera un resultado positivo de dopaje, debido a que de inicio sos presuntamente culpable y debes demostrar tu inocencia; lo anterior ha desencadenado gran polémica por la injusticia que presupone y sus consecuentes arbitrariedades en materia de derechos humanos.
Recientemente, el periodista alemán Hajo Seppelt publicó un reportaje sobre esta espinosa cuestión, presentando el caso de la judoka Charline Van Snick, absuelta por el TAS tras la plausibilidad de una contaminación intencional en su contra -ella acusó a su ex entrenador-.
Lo grave del capítulo guatemalteco, es que las evidencias apuntan a una contaminación intencional por parte de las autoridades, algo inédito que podría derruir la estructura del sistema -bastante debilitada tras el escándalo de Sochi- al ser penetrada desde sus terminales nerviosas -las agencias locales-.
Quizá por ello, Gunter Younger -Director de Investigaciones de la Agencia Mundial Antidopaje- vino en persona hace 3 años intentando calmar al equipo de Gurtner con tibias promesas de cambio en Guatemala -sin aceptar responsabilidades-.
El allanamiento del MP, sumado a la proliferación de casos similares en el país -misma sustancia y circunstancias en diversas disciplinas deportivas- y la documentación de contaminaciones intencionales a nivel mundial; podrían generar próximamente cambios dramáticos en el sistema internacional antidopaje.