El Socialismo se adueña de Miwate

La salida del titular de la FECI ha dejado en una precaria posición a la fiscal general. Si bien nunca he sido de los que endiosan personajes omitiendo sus falencias -que en este caso las hubo- el desgaste de Consuelo Porras por su decisión con respecto a Juan Francisco Sandoval es enorme y paulatinamente se transforma en el toro sacrificial para otro cambio gattopardista que disimule la podredumbre acumulada; con ello, me refiero a la corrupción galopante que provoca desnutrición, el éxodo eterno de connacionales que paradójicamente mantienen a flote este caos y el único efecto de derrame que acaece en este país, cuando la incultura de la élite se propaga en la clase media -cuyo aspiracional es llegar a tener esa papa en la boca para decir cuanta idiotez criolla les venga en mente- llegando hasta las clases menesterosas por medio de la vacuna conformista; un ejemplo es el movimiento neopentecostal que permite justificar la razón de su pobreza, generando sentido de pertenencia en el culto ‑succionando lo poco que les quede- y teniendo como resultado la neutralización del pensamiento crítico -virus peligroso- prometiendo la improbable revancha escatológica.

Lo cierto del caso, es que las élites tienen la mayor responsabilidad de lo que está sucediendo; con esto no debe exculparse a los políticos, quienes de obedientes ejecutores pasaron a ser extorsionistas, gracias al surgimiento de otro poderoso actor del tablero: el Narcotráfico. Los hijos de los muchachones de antaño nunca tomaron en serio ese flagelo, el problema es que siempre se dan cuenta de todo cuando el rancho está ardiendo, así ha ocurrido con la corrupción, desnutrición, presión demográfica, inmigración y todo el etcétera que se acumula en la ciénaga guatemalteca.

Los que pueden votar eligen solo entre las opciones que el sistema les permite; el subdesarrollo de la mente que describió Harrison, permea desde arriba como prototipo para la continuidad de lo que Orwell llamaría “El Partido Interior”. Cuando alguien finalmente logra integrarse allí, el premio siempre será un reino maldito travestido en una burbuja ilusoria.

Es bizarro, porque el caso guatemalteco cada vez se parece más a un modelo socialista tropical donde los dirigentes eliminan competencia -destruyéndola con la herramienta del Estado y el deploro social-, heredan los puestos enquistados en el gobierno y apelan a la mayor absurdidad con tal de mantener el statu quo.

En los grupos de choque que sirven al establishment -aún cuando en la superficie sean adjetivados como bullangueros ilusos- surgió la idea de terminar con Estados Unidos y entregarse a los brazos de Rusia y China; actitud que fortalece la noción de que todo era para mantener privilegios a través de un caos controlado.

Esta disparatada metamorfosis de derecha fascistoide hacia una ininteligible posición con ribetes radicales de izquierdismo, solo nos demuestra que se trata de una farsa para la prevalencia de un modelo caduco y vergonzoso; no obstante, para ellos, Guatemala es luz de naciones; y en algún sentido, sí lo es…

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