En las últimas semanas antes de las elecciones del pasado martes en Estados Unidos los encuestadores y gurús de los modelos predictivos anunciaban una ola roja republicana que arrasaría con el establishment demócrata; sin embargo, para tragedia de Trump, el tan esperado tsunami no se materializó. Después de que el polvo se asentó la historia que nos deja el proceso es clara: los candidatos afines al multimillonario naranja fracasaron estrepitosamente.
Pese a los miedos de muchos, propios y extraños, nacionales y extranjeros, pareciera que los americanos eligieron la democracia, rechazando el negacionismo de los resultados del 2020 y las teorías de la conspiración que hablaban de fraude. Un sorpresivo y esperanzador final feliz, teniendo en cuenta que vivimos en tiempos donde a nadie pareciera importarle que el Mundial de Qatar se celebrará sin mayores quejas después de violaciones a Derechos Humanos y sobornos a las federaciones del Caribe para que pudieran organizar la copa. Corrupción y autoritarismo por todo lo alto, celebremos.
Volviendo a la potencia del norte, los resultados nos dejan una correlación de fuerzas en el Senado que favorece a Biden y una mayoría debilísima en el Congreso para los republicanos. Esta circunstancia, es decir, que el partido en el poder gane espacios de manera tan clara en elecciones de medio término, es inédita desde los tiempos de Reagan.
El que fuera el proyecto político de Lincoln encarará en el futuro (de hecho la pelea ya empezó con el heredero Ron DeSantis) una grave disyuntiva. Si Trump gana la candidatura para las presidenciales de 2024 estarían eligiendo una opción seguramente perdedora (a las pruebas de 2022 me remito) y si Donald Trump no obtiene la candidatura del GOP seguramente buscará la formación de un tercer partido que acabará dividiendo el voto conservador. Una versión del mismo fenómeno de Ross Perot pero con un discurso racista, polarizante y absolutista.
Todo el escenario está desarrollándose para que las fuerzas conservadoras se fagociten entre sí, dejando en una posición muy favorecedora a los demócratas que tendrán la oportunidad de mover su agenda y consolidar su poder de cara a la reelección.
Triste noticia para las lumbreras que en estos lares le apuestan al trumpismo sin cortapisas, rezando por el regreso del amado líder evangélico, infiel y naranja, que les salve de las garras de los demócratas anticorrupción. Cada quien se aferra al clavo ardiendo que quiere. No dudo de que los chapines for Trump serán los últimos en abandonar al expresidente aun cuando el mismo líder republicano en el Senado, Mitch MConnell, está rezando para que el Fiscal lo meta en el bote, antes de que les haga más daño.
Make America and Qatar Great again!