“Escuchen entonces, desde el momento que yo debo decir aquello que deseaba callar. ¡Yo soy Pluto! Júpiter me aprisionó, por celos de los mortales. Yo desde pequeño lo amenacé con beneficiar solo a los justos, los sabios, los educados; y él, para que no escudriñase a alguno, me cegó”.
El anterior, es un paso de la obra insigne escrita por Aristófanes “Pluto” quien es el dios de la riqueza; hijo de Démeter y Jasón, su nombre estaba ligado a la prosperidad de los campos y posteriormente devino en cualquier tipo de fortuna.
En la antigüedad era representado cojo porque demoraba mucho en llegar a aquellos que anhelaban sus dones; el magnífico comediógrafo ateniense escribe este que fue de sus últimos trabajos ante la degradación que Atenas sufría a consecuencia de la guerra del Peloponeso. Perícles y Alcibíades ya eran una anécdota mientras a Critias -el tío de Platón- se le trataba de olvidar como líder del oprobioso gobierno de los treinta tiranos; la polis fue transformada en un dispendio de privilegios donde la corrupción y prebendas eran los factores que hacían a poderosos medirse en base a sus recursos económicos.
La plutocracia fue definida como el gobierno de los pudientes que por sí mismos o a través de sicofantes ejercían el poder en determinado conglomerado social.
Guatemala se ha convertido en el mejor ejemplo de plutocracia en el subcontinente, las magistraturas se ofrecen al mejor postor en menoscabo de la razón o justicia de las causas. Los narcos se enseñorean en pueblos y ahora en puntos que otrora eran predominio de la élite tradicional, debido a que ya compiten y sobresalen con sus haberes. Al parecer, Pluto recuperó la visión en este país y como a muchos extranjeros les ha sucedido, se dejó llevar por la estrategia lisonjera chapina y decidió decantarse por los peores: aquellos mediocres que con chanchullo y corrupción buscan insertarse en un rancio establishment que puede preciarse de ser el más ignorante del hemisferio.
Por mantener privilegios y su zona de confort, las clases acomodadas decidieron hacerse de la vista gorda y dejaron construir un andamiaje de corrupción que ha cooptado las instituciones establecidas con suma dificultad durante el proceso democrático.
La plutocracia corrupta financia campañas, soborna jueces, gana proyectos de construcción, manipula licitaciones, tiene a la población desnutrida y pone a su servicio el sistema legal del país. Las excusas van desde ideologías ultraconservadoras que se distinguen por sus grandes contradicciones, hasta un destino manifiesto que solo puede ser aceptado por una grey cuya característica es su cretinismo y nulo poder de análisis.
Aquí, la situación ha superado con creces la representación que hizo en esta comedia el escritor ático que, a diferencia de Platón, era hijo de un cleruco y por ende, de extracción humilde.
Dejo esta reflexión ante el proceso electoral que se avecina y las consecuencias que puede traer, pues se trataría del clavo final en el ataúd donde estamos todos.