Me acuerdo que Ríos Montt cuando era jefe de Estado tras el golpe del 23 de marzo, emitió órdenes de captura contra opositores por “contra golpistas”. Su ministro de la defensa, posteriormente efectuó un “relevo” como Mejía llamó al golpe del 8 de agosto en 1983.
A Vinicio Cerezo se lo quisieron bajar dos veces, uno de los protagonistas fue Luis Mendizábal, hoy prófugo de la justicia por el caso “La Línea”. Un intento fue en 1988 y luego vino “El golpe del aniversario” como Gustavo Berganza le bautizó en un titular de Crónica.
Jorge Serrano, justificó su autogolpe porque debía anticiparse antes que se lo dieran desde el Congreso. Ramiro De León completó el periodo y Álvaro Arzú fue el único que no pasó sobresaltos golpistas.
Cuando subió Colom, el terror por la llegada del comunismo se apoderó de la clase media alta y alta; parecía que el diablo había llegado al pueblo de los puritanos como ocurrió en Salem hace más de 300 años. Entonces, Mendizábal quiso reverdecer épocas pasadas al estilo de Federer, solo que en el deporte de las asonadas. No obstante, en un rocambolesco desenlace se descubrió que el héroe empresarial Rosenberg, en realidad fue un churro que dejó a todo el mundo con la mayor de las vergüenzas.
Por razones obvias, el retorno de los militares al poder garantizó que no habría golpes en ese periodo, lastimosamente para ellos, la comunidad internacional quizá harta de las justificaciones que ha escuchado los últimos 30 años, apostó por la CICIG para el cambio; total, fueron los mismos chapines quienes pidieron la formación de esta entidad ante Naciones Unidas.
La comisión, con técnicas de investigación del primer mundo, develó lo que todos sabían, el manejo mafioso en las aduanas de aquellos que por años tenían como feudo: puertos y fronteras.
Ahora medio gabinete está en el Mariscal Zavala, dos de los partidos políticos de mayor estructura se cayeron y un advenedizo llegó al poder a la usanza de Richard Dreyfuss en “Luna sobre Parador”.
Después de un año pasando de noche y ya con su hermano e hijo ligados a proceso, el debilitamiento del presidente está en su punto más notorio.
El mandatario quizá ha decidido omitirse al encontrarse entre dos fuegos: la CICIG, el MP y la comunidad internacional por una parte; y por otra, su círculo de militares que ven intereses afectados por las investigaciones contra la corrupción.
La presión es enorme, imagino que escuchará 20,000 rumores al día y el cumplimiento de compromisos tan disímiles es incompatible; entonces quizá sea mejor empezar a barajar lo del golpe. ¿Preparando terreno para la salida? ¿Tomando partido por uno de los dos bandos? Quien sabe.
Lo cierto, es que ante la ausencia de Mendizábal -por cuestiones de fuerza mayor- los servicios secretos de Jimmy han descubierto que el cabecilla del golpe es el nieto de León Trotsky. Nacido en México, es vástago de un hijo del revolucionario comunista que no fue reconocido, debido a que justo cuando Trotsky le daría el apellido, Stalin le mandó a matar. Este perpetrador responde al apellido de Ramones y su nombre de pila es Adal.
El presidente ha pedido ayuda al nuevo Secretario de Estado norteamericano, quién no ha dudado en sacar de la jubilación a su mejor hombre, Maxwell Smart, temible operario del recontra espionaje; conocido en Control como el agente 86… Ni el peladero tiene esta información.
Por cierto, a quién desee profundizar en el caso antidopaje que recientemente se publicó, les invito a visitar la página Cuando el último pilar cae… donde está la historia con detalles.